7 MICRORELATOS DIVERTIDOS (Mark Debrest)
7 MICRORELATOS DIVERTIDOS
(Mark Debrest)
1.-LA PRESENTACIÓN
En una
calurosa noche de septiembre, a principios de la primera década de este siglo
XXI, se organizó una gran fiesta en un ático de Barcelona. Cuando llegó la
última invitada que esperaban, el anfitrión le presentó a los allí reunidos:
̶ Hola, ¿cómo
estás?, mira, te presento a mis buenos amigos y amigas: Ésta es Silvia, vecina
del quinto piso; Oriol, su marido; y éste es Carlos, vecino del primero; y Ona, mi prima; y éste es mi
gran amigo Ricardo, de toda la vida; Roger, amigo del Instituto y Oscar, el
chico de la tienda de abajo.
̶ Mucho gusto
a rodos ̶ dijo con amabilidad–. Pero luego,
inesperadamente, se puso a reír.
̶ ¿Qué te
pasa?
̶ Nada, estaba
recordando.
̶ ¿Recordando?
Pues a qué no puedes recordar el orden de presentación de mis amigos. ¡A qué
no!
̶ Ya lo creo
que sí ̶ dijo ante el asombro de todos
todavía sonriendo. ̶ Y empezó a decirlo con seguridad y rapidez.
̶ Ésta es
Silvia, luego Oriol, Carlos, Ona,
Ricardo, Roger y Oscar.
Todos quedaron muy sorprendidos.
La verdad es que la mujer tenía una memoria
sobresaliente, pero lo divertido del caso, es que con las iniciales de cada
nombre, salió la palabra “socorro” que era en realidad lo que pensaba cada vez
que tenía que ir a las aburridas fiestas que daba su jefe.
2.-SE NECESITA DEPENDIENTA
Y por ese
motivo se presentó una chica muy joven que no llegaba a los veinte años, seria,
un poco robusta y no muy agraciada, con unas gafas que hacían aumentar el
tamaño de sus ojos y que le daban un aire poco inteligente, en una pequeña y
bonita pastelería de Barcelona.
A la joven le
extrañó un poco que el dueño le hiciera pocas preguntas y que apenas se fijara
en su currículum. Empezaría ya al día siguiente. A ver cómo le iba.
A partir de
aquel jueves, a las 12 del mediodía, los clientes fueron apareciendo poco a
poco e iban formando la temible y a veces complicada cola. Y para que os quede
claro, cada cliente tendrá un número, para así entender mejor la historia:
1 ̶ Buenos días, quería… ̶ dijo
un señor bastante mayor.
2 ̶ A lo que llegó una mujer también mayor que
se puso detrás del señor.
3 ̶ Y luego otra que se puso detrás de la mujer.
4 ̶ Y otra que
se puso… al lado de la tercera (mal hecho).
5 ̶ ¿Quién es
la última? ̶ dijo también una mujer de
edad avanzada que entró con un bastón.
3 ̶ Soy yo.
4 ̶ No, soy yo. Se equivoca usted.
3 ̶ Perdone,
pero la que se equivoca es usted.
4 ̶ Le digo que no.
Y continuaron
con su pequeña discusión.
6 ̶ Y entonces
apareció otro señor, muy pero que muy mayor que entró y no dijo nada. Y la
situación empezó a empeorar.
7 ̶ Y luego
una mujer que solo dijo un educado pero fatal buenos días.
8 ̶ Y otra
mujer que no pudo saber quién iba delante suyo.
9 y 10 ̶ Finalmente un matrimonio que fue directo al
mostrador preguntando lo mismo ¡Y fue el nº 6 quién contestó! Y a partir de
ahí, el caos general. Ya no había fila, sino un tumulto humano apretado y
enfadado que no sabía el orden en que sería atendido.
La joven se
puso entonces muy nerviosa, nerviosísima, ya que se bloqueó y no reaccionó,
viendo como aquella jauría humana discutía y ya gritaba. Y los gritos iban
dirigidos a ella, principalmente. Por ineficiente al no saber arreglar la
situación, por tonta. Entonces, para más sobresaltos, la pobre, que permanecía
quieta delante del mostrador y sin decir nada, colapsada, con sus ojos que
parecían salir de sus órbitas, viendo aquel espectáculo de pesadilla, empezó a
temblar de forma involuntaria cada vez más y más, y antes de que se
desvaneciera, de forma inesperada y para sorpresa de todos, salió
precipitadamente de la tienda. Aquel fue su primer y último día. Qué mala
suerte tuvo, la pobre, pues no duró ni una hora.
Fue entonces
cuando apareció el alto y corpulento dueño del establecimiento y les dijo muy
preocupado.
̶ Gracias por
vuestra actuación. Como habéis visto esta joven tampoco servía para casos de emergencia. Con lo buena que
era la Sra. María que se
jubiló hace ya un mes. Ella sí que era buena en todo. A ese paso mi mujer y yo
deberemos cerrar la pastelería. A ver si la próxima persona que venga es
resolutiva, rápida y eficiente. De que sirven las buenas palabras en una
entrevista y los currículums. De nada. Lo mejor es la práctica, a ver cómo se
desenvuelve el contratado en casos extremos. Y qué mejor que esto. La semana
que viene volveremos a encontrarnos, ¿os parece bien? El viernes a las siete.
Creo que esta vez vendrá un chico de unos veinte años, casi como la chica que
se ha ido ahora. Ay, esta juventud… A
ver si pasa esta prueba de fuego. Ojalá tenga más suerte. Coged, coged unas
lionesas, ̶ dijo entonces cambiando de
tema y señalando con el dedo un frigorífico ̶ os lo tenéis bien merecido.
Todos los
jubilados asintieron encantados y algunos con sus móviles y otros con unas
pequeñas agendas apuntaron el día de la próxima reunión. Qué divertido era
todo, qué bien se lo estaban pasando con esta nueva actividad social y lúdica,
en la que ibas a diferentes tiendas para ayudar al propietario. Y encima, en
este caso, podían comer lionesas, que según decían, era lo mejor de la casa.
3.-VIAJE DE NOVIOS
Todavía
recuerdo nuestro viaje de novios que hicimos en Paris, en 2001, mi mujer Fanny
y yo. El último día nos dirigimos a un precioso restaurante cerca de la Plaza
de la República. Era la hora de comer y los dos estábamos hambrientos ya que
veníamos de visitar toda la Avenue Folch, para ver las mansiones que antaño
habían pertenecido a celebridades de la política, realeza y cultura, para
después ir a la Rue Mandel, donde había muerto la gran cantante María Callas.
En resumidas cuentas, una mañana agotadora.
Y hablando de
la gran cantante griega, fue curioso porque aquel restaurante, especializado en
carnes y comida mediterránea, era de propiedad griega, y todos los empleados,
altos y fuertes, también lo eran. Como yo no sabía griego, y para mi vergüenza
tampoco francés, quise hablarles en inglés, pero ellos no lo conocían. Por un
cartel que vimos en una de las paredes bellamente decoradas con pinturas de
esculturas y monumentos griegos, supimos que se había inaugurado hacía casi un
año. Todo estaba muy limpio y había mucha gente. El local era grande. Nosotros
estábamos en la terraza, ya que hacía calor, pues era agosto.
̶ Pide hamburguesas
con patatas fritas ̶ dijo mi bella
mujer, alta rubia, muy guapa y emprendedora. ̶
Yo como soy vegetariana no tengo ningún problema. Voy a pedir una
ensalada griega y de postre tarta de queso.
Mi mujer, de
28 años, de mi misma edad, se fue un momento al baño y entonces yo me dirigí al
mostrador y pedí el plato con las dos hamburguesas y guarnición. Hice una señal
con el dedo. El alto y robusto camarero, inexpresivo total, al señalarle el plato
lo cogió y sonrió…pero no me lo dio ya que fue al interior de la cocina sin
decirme nada.
“Qué
desilusión, pensé. Bueno, pues pediré otro plato”. E hice lo mismo que la vez
anterior señalando con el dedo una sabrosa chuleta de cerdo también con patatas
fritas, a otro alto y fuerte camarero. Igual que la otra vez. El camarero
sonrió, cogió el plato, no me dijo nada y directo a la cocina.
Yo ya estaba
un poco extrañado. Pero cuando quise repetir una tercera y finalmente una
cuarta vez, sin éxito, ya me di por vencido. Me fui a la mesa muy enfadado a la
espera de Fanny. Y cuando finalmente apareció, como un rayo de sol, vio que
todavía no tenía ningún plato en la mesa.
Le expliqué lo
sucedido y se extrañó. Yo, la verdad, es que quería irme de allí, pero me quedé
por ella. Me ofreció un poco de su ensalada griega y comí un poco. Menos mal
que estaba buenísima.
Lo que no nos
pudimos imaginar es que de repente aparecieron los cuatro altos y sonrientes
camareros con los cuatro platos que había pedido en cuatro brillantes bandejas.
Yo quería desaparecer. Los habían cogido para “calentarlos un poco”. La verdad
es que desprendían muy buen olor.
̶ No, no, no … ahora no quiero ninguno –dije
molesto denegando con el dedo.
̶ Coge el plato de las dos hamburguesas, Harry,
que tienen muy buen aspecto ̶ dijo mi práctica mujer ̶ Y
con lo que a ti te gustan con las patatas fritas y esta salsa que debe ser mostaza…
Oye –me dijo de pronto ̶ La verdad es
que esta escena es muy graciosa. ¿Quieres que haga una foto con mi móvil? Con
lo guapo que eres, tan alto, delgado y el cabello rubio tan rizado.
̶ Mejor que
no, cariño ̶ le dije enfadado agrandando
más ya mis grandes ojos azules.
̶ No te
preocupes… Mira, ahí viene el dueño. Ya lo arreglaré. Hablaré en francés con
él. Tú no te preocupes.
Así lo hizo y
todo acabó feliz y satisfactoriamente. Menos mal. Al final comí las
hamburguesas que estaban en su punto.
* * *
Al final de todo, cuando acabamos de comer, mi mujer sacó un libro de su bolso y vi el título.
̶ ¿Has comprado
el libro de la “Caperucita roja”?, ¿es para ti?
̶ pregunté muy extrañado y un poco preocupado.
̶ Es para mi
madre, Harry. Ya sabes que le gustan mucho los grandes cuentos antiguos, los de
los hermanos Grimm, Andersen y Perrault, el escritor francés. Y ahora que
estamos en París pues he querido comprarlo. Así de simple. Recuerda que hemos
de comprar papel de regalo.
̶ Ya veo, ya.
̶ Si
analizásemos un poco cada personaje de cada cuento nos daríamos más de una
sorpresa, cariño. Por ejemplo…. ¿Qué piensas de “Caperucita”?
̶ Una niña
valiente por ir sola por el bosque ̶ dije
yo de inmediato.
̶ O tonta (el
peor insulto para Caperucita, ya lo veréis) por ir sola y hablar con el lobo –
contestó mi mujer con rapidez.
̶ Y parece
dulce.
̶ O fría. Mira
que hablar con el lobo, desconocido y peligroso. Yo hubiera salido corriendo.
̶ Y decidida.
̶ Qué remedio.
Tenía que ir a casa de su abuela. Órdenes de su madre.
̶ Quizá, sí …
amor mío. Mi querida Fanny… ̶ dije
cogiéndole las manos con suavidad.
̶ Uy …, ya veo
que te estás poniendo muy romántico, cariño. Pero…
̶ Que pasa–
dije lenta y pacientemente, mirándola muy enamorado.
̶ ¿Te imaginas
si los personajes de los cuentos salieran de ellos alguna vez? Sería
fantástico. ¿Qué deben pensar? , ¿o sentir? En resumen: ¿Cómo son en la
realidad y no en la ficción?
Y nos besamos,
estando el libro de “Caperucita Roja” encima de la mesa, entre los dos. Un
libro antiguo cuya portada estaba bellamente decorada y dibujada. Seguro que a
Fanny le costó lo suyo.
4.-CAPERUCITA
̶ Hay que ver
lo raras que eran las protagonistas de los también raros y crueles cuentos para niños más famosos de
la historia –dijo una niña a una mujer mayor, sentadas ambas en dos cómodas
butacas en una confortable habitación con una chimenea encendida.
̶ Te refieres
a Cenicienta, Blancanieves y…
̶ La bella
durmiente, entre otros. –dijo acabando la frase con su seriedad característica.
̶ ¿No te gustan estos cuentos?
̶ No mucho –respondió
un poco enfadada y de mal humor. ̶ Yo si
hubiera sido Cenicienta ya me habría marchado de aquella maldita mansión.
Siempre sintiéndose humillada, menospreciada y trabajando como una esclava para
su madrastra y hermanastras. Y hay que ver qué valor tuvo Blancanieves de vivir
primero con su madrastra, que quería matarla, para vivir después con siete enanitos
feos y deformes en medio del bosque, y trabajar tanto y en tantas cosas para
ellos. Aunque lo hiciera a gusto; yo ni loca. Y la bella durmiente tantos años
durmiendo sin envejecer, no hay quién se lo crea. En fin. Claro que son cuentos
para niños que se lo creen todo. Pero en realidad son muy duros y no aptos para
éstos ̶ dijo la inteligentísima y culta
niña.
̶ Y Alicia en
el país de las... ̶ dijo la mujer mayor
que no pudo acabar la frase.
̶ … pesadillas –terminó la niña ̶ Sin lugar a dudas la peor de todas.
Fue al acabar
aquellas palabras que apareció un resignado lobo por la ventana:
̶ Venga,
Caperucita, deja de criticar a las demás y participa del cuento de una vez.
̶ Ni hablar –dijo
más enfadada todavía. ̶ Estoy harta de
ti y de mamá. Mira que dejarme ir sola por el bosque con un lobo hambriento que
no para de comer. ¿Y por qué no me comes de una vez al verme? ¿Y por qué me
haces tantas preguntas? ¿Y por qué tienes que comer primero a mi querida
abuela? Absurdo. Y mamá. Hay que ser mala para decir que vaya sola por el
bosque y yo tonta por hacerlo. Que vaya ella si tiene valor, y no enviar a su
hija. Y yo haciendo otra vez la tonta cuando te miro en la cama de la abuela.
Unas buenas gafas es lo que necesito. Tanto mirar y preguntar, mirar y
preguntar… ¡si parezco idiota! Lo mejor sería que la abuela viniera a vivir a
casa y así no te la comerías. Pero mamá, y mira que es su hija, no quiere, ahí
está el grave problema. Y así no existiría este maldito cuento que tantos
problemas me está provocando ̶ sentenció.
5.-CAPERUCITA (2)
̶ Y otra cosa,
mamá ̶ continuó la locuaz Caperucita muy
acelerada y nerviosa, por teléfono, en su casi monólogo. ̶ Creo
que deberías comprarme una caperuza que no sea roja. Puede ser verde, marrón o
azul oscuro, incluso negra que ya sabes que no es mi color favorito, pero no
roja ya que es un color muy llamativo y en seguida el lobo puede encontrarme y
comerme. Si es que me come de una vez. Vaya triste final, el mío. Aunque
mirándolo y pensándolo mucho mejor, creo que el lobo debería cambiar de cuento;
el mío debería desaparecer o modificarse. Que vaya al cuento de “Los tres
cerditos”. Y qué manía que tienen algunos autores en hacer hablar a los
animales. Patético. De hecho, ayer hablé con el cerdo mayor (sí, ya sé que
suena fatal, pero es que ya no es tan joven como parece pues ya tiene sus años)
el más inteligente de todos, no con sus otros dos hermanos tan holgazanes y que
solo piensan en divertirse. Y está de acuerdo conmigo con esta idea. Si son dos
lobos los que rodean las casas y soplan a la vez, quizá sus hermanos tengan
mucho más miedo y escarmienten más rápidamente y cambien a mejor. En fin, te
paso con la abuela que tiene muchas ganas de vivir en casa aunque no te lo
diga. La cabaña en la que habita queda muy solitaria, y a su edad debería estar
acompañada y no sola, ¿no crees?...No mamá, no son exageraciones.
La niña tapó
un momento el auricular y se dirigió a su abuela que estaba muy sorprendida por
lo parlanchina, dura y segura que era su nieta, y también por su genio e
inteligencia. La verdad es que la niña merecía el título protagonista del
cuento.
̶ Y ahora
habla con mamá y no te ablandes con ella con el tema de ir a vivir con
nosotros, como haces siempre, pues así no conseguirás nada y yo tampoco
–sentenció finalmente.
6.-CAPERUCITA (3)
En la cabaña de la abuela de Caperucita se
encontraban: ésta, la abuela y dos pequeños invitados que eran nada más y nada
menos que los protagonistas de otro cuento: “Hansel y Gretel”, que eran muy
queridos por Caperucita ya que
destacaban por su ingenio, sobre todo Hansel.
En aquella agradable velada, hablaba casi siempre
Caperucita que demostraba ser una niña muy inteligente y madura para su edad. Y
muy pero que muy parlanchina, de una forma compulsiva, sin dejar hablar a los
demás (su único defecto visible) que es lo que sorprendió a los dos niños una
vez la conocieron.
En aquellos momentos estaban hablando del papel de
las “madrastras” en los cuentos, pues
siempre aparecían como muy malas y no sabían el motivo.
Continuó hablando Caperucita:
̶ Y vosotros dos, tranquilos –dijo refiriéndose a
los niños ̶ no sois los únicos que han
tenido o tienen una malvada madrastra. Pero que muy malvada. Es que algunas
eran asesinas en potencia: lo inimaginable. La primera madrastra que recuerdo
de inmediato era la de Cenicienta, que era tan inteligente como mala, con un
corazón tan duro y cruel como el de sus hijas, que creo que no eran muy
inteligentes y poco agraciadas… Y ahora os diré una cosa que os sorprenderá:
Cenicienta vino el año pasado a vernos a la abuela y a mí, ya casada con el
príncipe, y me dijo que ya no hubiera aguantado más con ellas pues estaba al
límite. Es muy buena y simpática, aunque parecía un poco tonta en el cuento por
su comportamiento tan conformista. ¡Ella como criada de las tres cuando en
realidad había nacido en aquella gran casa! Y siempre sucia y mal vestida, la
pobre… Yo le dije que había tardado demasiado en aguantar aquella situación,
que lo mejor era irse de allí, y ella me dio la razón. Suerte tuvo de la hada
madrina que se le apareció otras veces para ayudarla. Lo que no saben muchos
lectores de estos cuentos – y yo lo sé por la abuelita a la que le encanta leer
y analizar éstos en sus diferentes versiones ̶ es que al final, en una de ellas, las dos
hermanastras también se casan el mismo día de Cenicienta y son siempre felices
hasta el fin de sus días, algo absurdo. En otra versión, las dos hermanas
quedan ciegas por los picotazos de las palomas el día de la boda de Cenicienta.
Otra versión, desconocidísima, incluso por la abuela, hecha por la misma
Cenicienta, dice de forma justa y coherente que antes de la boda las obligó a
exiliarse muy lejos, junto a su cruel madre, mucho peor que sus hijas. Menos
mal. Cenicienta tiene carácter e inteligencia. Y para mí es el mejor final de
todos.
̶ También hay Blancanieves ̶ dijo Hansel recordando cuentos.
̶ Sí, y era más joven. Y la madrastra peor todavía,
pues quería matar a la niña. Si la madrastra de Cenicienta era una holgazana
con aires de gran señora, que en realidad no lo era, y que disfrutaba
humillando a la pobre joven en la misma casa donde nació, la pobre Blancanieves
sufrió lo indecible por su hermosa madrastra que estaba obsesionada por su
belleza, pero de una manera anormal, enfermiza. Lástima que tuviera poderes
sobrenaturales. Tanto mirar y consultar su gran espejo mágico. De todas formas
creo que, aparte de mala, no era feliz. Y mira que la madrastra también era muy
hermosa. Y si era menos guapa que Blancanieves, ¡haberse aguantado! Vaya tonta
obsesión. ¿No tenía otras distracciones? Menos mal que al final se murió. Y
también hay varias versiones de su muerte. Pero qué más da. Se murió y punto.
Sino no hubiera dejado vivir en paz a la pobre Blancanieves.
La abuela de Caperucita miraba fascinada a su nieta
por lo habladora que era y por lo que bien hablaba. En aquellos momentos
estaban tomando pastas saladas de hojaldre, ya que después del disgusto y
espanto de los dos niños en su cuento, en la casa de golosinas del bosque…nada
de dulces, dijo Caperucita. Ni golosinas, bizcochos, chocolate, nata,
crema…Nada. Los niños se ponían muy
nerviosos si oían una palabra de éstas e histéricos si la veían. Así que,
aparte de las pastas saladas, también estaban comiendo sabrosos bocadillos
hechos por ella y por la abuela. Y para beber, sólo agua; nada de zumos.
̶ Pues sí ̶ continuó asintiendo con la cabeza y recordando
̶ Hay que ver lo mala que era vuestra
madrastra; la tercera de los cuentos
que creo recordar. Y vuestro padre, y perdonad que os lo diga, bastante tonto
por casarse y hacerle caso en todo. ¡Pero si vuestra madrastra os quería matar!
¿Qué padre lo puede consentir? Ojalá hubiera sido vuestra madrastra la que
hubiera ido al bosque y que la bruja se la hubiera comido a ella. Y final del
cuento. O cuento modificado, que en el fondo sería lo mejor. Y hablando de la
bruja que os encontrasteis en el bosque: un poco tonta también debía ser, ¿no?
Toda una casa hecha de dulces... pues que los coma ella y así no hubiera tenido
hambre. O lo vuestro ¿que era?, ¿un capricho gastronómico? ¡Absurdo! ¿Por qué
os quería comer de esa manera desesperada? ¿No podía comer a algún animal del
bosque? Es que en el fondo esa mujer resultaba ser un monstruo: una anciana
bruja, que disfrutaba viendo como sufríais, con instintos asesinos y caníbal.
¡Pero si tenía todo lo malo! ¡Peor que las anteriores! ¡Una caníbal!
Esa palabra los niños no la entendieron por la
expresión de sus caras:
̶ Caníbal quiere decir que come a seres humanos –les
aclaró Caperucita ̶ Asqueroso,
repugnante e inmoral. Son cosas que no se hacen. Si empezáis a profundizar en
estos cuentos veréis que son tan perversos, que los niños no deberían oírlos,
ni verlos. Menos mal que al final pudisteis escapar por vuestro ingenio. No me
gusta la gente tonta. No lo puedo remediar y no la soporto. La abuela me dice
que soy muy exigente en todo y que veo gente tonta por todos los sitios.
Ésta la miró y sonrió. Y luego asintió con la cabeza
con resignación.
Caperucita prosiguió.
̶ Y hablando de tontos, ¿sabéis quién el personaje
más tonto de todos los cuentos?
̶ No ̶ dijeron
la vez Hansel y Gretel.
̶ Pues el Emperador del cuento de “El Traje Nuevo
del Emperador”. Ya os lo explicaré en otra ocasión.
̶ Caperucita– dijo entonces Hansel con tristeza y
preocupación ̶ es que tenemos un grave
problema en casa. Hemos aceptado tu invitación pero también nos deberías
ayudar.
̶ ¿Qué os pasa? ¿En qué puedo ayudaros? ̶ se
inquietó la niña.
̶ Que papá quiere casarse otra vez ̶ dijo Gretel con
su voz tan aguda e infantil.
̶ ¿¡Que quiere casarse otra vez!? ̶ se sobresaltó Caperucita que se levantó de
un golpe de su asiento para luego volverse a sentar ̶ ¡Madre mía. No puede ser! Bueno, tranquilizaos
–dijo la niña a la vez que su rápida mente pensaba una buena solución ̶ haremos una cosa: cuando conozcáis a vuestra
posible madrastra enviadme una carta. Y decidme vuestra impresión. Entonces
quedaríamos para que yo fuera a vuestra casa, para también conocerla. No me fio
de las madrastras de los cuentos. Y hablaría con vuestro padre de lo que pienso
de ella. Después de lo que os pasó, seguro que me escuchará. Si finalmente ̶ y
Dios no quiera ̶ se volviera a casar con
ella y fuera tan mala como la anterior, tenéis esta casa para vivir, ¿verdad
abuela?
La abuela asintió y los niños sonrieron por aquella
buena noticia. Y Caperucita continuó con un cambio en su relato:
̶ Y un cambio significativo y muy importante de mi
cuento: mi caperuza finalmente será de
color verde y así quedará camuflada en el bosque .Y no de color rojo que es un
color muy chillón y el pesado lobo me encontraría en seguida. La verdad es que habrá algún que otro retoque
necesario en mi cuento. Yo haría lo mismo con el vuestro. Rebelaos. Ya he
hablado con otros protagonistas de otras historias. Es cierto que en todas
ellas debe haber una moraleja, pero que las historias no sean tan malvadas, por
favor. Siglos atrás, en la época
medieval, estos cuentos de tradición oral todavía eran mucho más perversos. En
el siglo XIX se suavizaron, pero aun así…todavía eran crueles. Los tiempos han
cambiado a mejor. En fin… ¿Sabéis que la semana que viene estoy invitada al
Palacio de la Bella Durmiente? Gracias a Dios ella es muy buena y tiene unos
padres también muy buenos y comprensivos. Y un novio que además es príncipe.
Todo perfecto. Y la hada Maléfica ya no existe. Pero hay un pequeño problema
que puede ir en aumento pues ha aparecido una sobrina de esta bruja y puede ser
que el cuento se repita si Bella tiene un niño o niña, pues se casó hace año y
medio. ¿Otra repetición del cuento? No, por favor. El cuento se acabó ahí.
Ahora deben ser felices y comer perdices. No me gustan las segundas partes. La
verdad es que quiero hablar con las dos y encontrar una solución. Un día iré al
castillo. Ya sé la dirección. Mamá me acompañará.
Al cabo de una hora, cuando los dos niños salieron
ya de la casa y se dirigían a la suya, Gretel
dijo a su hermano un poco preocupada:
̶ Oye, Hansel ̶ ¿vendrías a vivir aquí en caso que nuestra
madre fuera también mala?
̶ Sí, pero con condiciones ̶ dijo el listo niño ̶ Caperucita habla demasiado aunque tenga razón
en todo. Tengo un dolor de cabeza impresionante. Algo pensaremos con ella ya
que no aburre ni molesta, aunque no deje hablar casi nunca…a nadie. Quizá deba
salir más de este bosque y esta cabaña y conocer un poco más el mundo, con su
madre. Eso las unirá. Y entonces nosotros podríamos ir a casa de la abuelita
para vivir temporalmente con ella si hiciera falta.
7. LA ABUELA DE CAPERUCITA
̶ Adiós, abuelita.
Estaré en casa de mamá dos semanas. Hoy viene Anna, la protagonista de “La
pequeña cerillera”, el hermoso cuento del escritor Andersen. Es mi mejor amiga
y nos lo pasaremos muy bien. Es necesario salir a veces de los cuentos. La
verdad es que es agotador. Y recuerda, Adrian –dijo entonces la niña
dirigiéndose a un hombre que estaba sentado en una silla ̶ que prometiste que la casa de la abuela
estaría vigilada por otros cazadores. Así la abuela estará más tranquila.
Buenos, me voy que se me hace tarde, adiós a los dos ̶ dijo la niña que por fin tenía puestas unas
buenas gafas para ver mejor de cerca.
̶ Adiós,
Caperucita ̶ dijeron a la vez la abuela
y el cazador del mismo cuento que la visitaba con asiduidad.
̶ Ay, mi
Caperucita. Cuanto la quiero y ella a mí ̶ dijo la mujer muy contenta en su cómodo sillón
verde una vez se despidió. ̶ Nunca me hubiera imaginado que mi nieta fuera
tan parlanchina, madura e inteligente. A parte de ser buena, ingeniosa y con
una gran agilidad mental. La verdad es que hay muchos adjetivos para
describirla. Quizá a veces sea un poco dura y mandona. Pero sobre todo lo que
más le caracteriza es que le encanta escuchar y leer muchísimos cuentos, como
yo cuando era niña. Eso nos ha unido mucho.
La anciana y
sabia mujer hizo una pausa y prosiguió con lentitud:
̶ Ella está
fascinada y molesta con su cuento. No entiende cómo puedo vivir aquí, sola en
el bosque. Pero sola, lo que es realmente estar sola, no lo estoy. Una muchacha
viene casi todas las mañanas. Y por la tarde vienen conocidos y amistades,
aunque cada vez menos. Lo que no sabe, la pobre, y se va a llevar un gran
disgusto aunque también esté cerca de su casa, es que quizá dentro de dos años vaya
a vivir a la ciudad. Y adiós cuento. En este sentido creo que Caperucita se
alegrará, pues ya está muy cansada de él. Ya hablé con unas amigas mías que lo
van a arreglar todo, sobre todo el tema de la vivienda, claro está. Allí estaré
mejor. Solamente vendría aquí unas semanas, en primavera y en verano, cuando
haga buen tiempo.
El alto y
fuerte cazador de cabellos y barba castaños también quedó muy sorprendido por
aquellas palabras que también le afectaban en el cuento y no quiso preguntar
sobre el tema, al menos por el momento. Luego añadió con su voz grave:
̶ No sabía que
le gustaran tanto los cuentos. Caperucita me dijo un día que le gustaba investigar
y comparar cuentos de todo el mundo.
̶ Es cierto.
He analizado e investigado muchos de ellos.
̶ ¿Cuál es el
que más le gusta a usted y a su nieta?
̶ A Caperucita
le gusta mucho “La pequeña cerillera”, de Andersen, un cuento precioso, que
siempre que lo leo se me caen las lágrimas. De hecho se han hecho tan amigas
que son inseparables y se ven todos los veranos. Y yo estoy contentísima por
ello. En él, la compasión y la pobreza están muy presentes. Y no hay ni
príncipes ni princesas, sino la dura realidad de una familia pobre.
̶ ¿Y a usted?
̶ A mí también
me gusta mucho. Al igual que “El patito feo”, otro de mis preferidos y también
escrito por Andersen, el gran escritor danés.
A la abuela de
Caperucita también le gustaba hablar. Pero para ser más preciso, le gustaba
hablar y dialogar; no como su nieta. Era una mujer dulce, culta, con un hablar
sereno, sensata e inteligente.
̶ Pero para
mí, el cuento que más me fascina es el cuento de “La Cenicienta”. Me han
contado que hasta incluso se ha hecho una película para los niños y que la
versión dulcificada de éste, es el que la gente conoce en la actualidad. Pero
este cuento tiene su historia. Ya lo creo que sí.
̶ Si quiere explicármela,
será todo un honor ̶ dijo el cortés
cazador.
̶ Sí, pero
antes decirte que a veces es necesario salir de los cuentos, como hacemos
ahora, y vivir otras historias, otros momentos, ya que nuestro cuento es
agotador, como los otros, ya que lo leen millones de personas. Al final no
tienes vida propia. En fin… Y ahora te explico la historia.
Entonces la
mujer continuó con más lentitud:
̶ El cuento de
“La Cenicienta” tiene orígenes muy antiguos. Hay una versión china, otra
egipcia y otra griega, con nombres diferentes a los que conocemos y argumentos
bastante parecidos. Eran cuentos escritos. Luego, muchísimos años después, en
la época medieval y en otros países, la gente oía cuentos, como éste. De esta
tradición oral, el escritor francés Perrault, también muchos años después,
escribió este cuento, suavizándolo, porque era de una extrema dureza. También
la escribieron con posterioridad los hermanos Grimm, importantes escritores
alemanes. Los dos finales del cuento son diferentes, más duro en el caso de los
hermanos Grimm. Del escritor francés está inspirada la famosa película con el
mismo título, mucha más dulcificada y con sentido del humor por parte de
algunos personajes secundarios. ¡Incluso cantan! Algo inimaginable para mí.
Esta versión es la que el mundo entero conoce en la actualidad, en el siglo
XXI. En los cuentos antiguos no había sentido del humor porque la vida era
durísima.
̶ ¿Y qué
sucede con el tema de las madrastras? ¿Por qué siempre hay tantas y tienen que
ser tan malas?
̶ Lo que los
autores de estos cuentos nunca se hubieran imaginado es que esta palabra tendría
connotaciones negativas, en muchos casos. Yo misma, cuando la oigo, me dan
escalofríos. El por qué hay tantas madrastras en los cuentos lo desconozco, la
verdad. En realidad en algunos, cómo ”Hansel y Gretel”, era la madre la que
quería matar a sus hijos, por la pobreza en que vivían o por lo que fuere –
dijo la culta mujer que fue maestra en su juventud y que había viajado bastante
̶ Y para suavizar la historia, porque
resultaba excesivamente duro que una madre quisiera matar a sus hijos, apareció
la madrastra. En los cuentos, al pobre padre casi siempre se le moría la
primera mujer, de la que tendría una hija (no un hijo, qué curioso). Y la
segunda mujer, la madrastra, resultaba ser un monstruo, con todos los defectos
del mundo, algo que nunca entenderé. Una mala mujer, cruel y despiadada. Y con
instintos asesinos.
̶ No lo sabía
̶ dijo Adrian muy atento a las
explicaciones.
̶ Otros
cuentos, para mí también muy importantes, son los de los hermanos Grimm, que
escribieron otra versión de “La Cenicienta” y también las famosas “Blancanieves”
y “La bella durmiente”; tres cuentos clásicos muy conocidos en el mundo entero.
Pero estos escritores también clasificaron muchos y los popularizaron. También
Andersen hizo cuentos preciosos. El último gran cuento, que mi nieta detesta,
es el de “Alicia en el país de las maravillas”. En él hay una fantasía
desbordante y una historia fascinante. A mí me encanta.
̶ Eso
dicen ̶ dijo el robusto cazador que
empezaba a avergonzarse y a arrepentirse por no conocer ningún cuento más.
Y cambiando
completamente de tema, mirándola con cierta preocupación, se dirigió a la
anciana con estas palabras:
̶ Lo único que no entiendo, señora, es por qué
su hija no quiere que vaya a vivir con ella y Caperucita. Para su nieta es como
una obsesión y no lo entiende. Y yo tampoco, perdone usted.
̶ Mira, Adrian–
dijo dulcemente la abuelita ̶ la verdad
es muy sencilla: porque mi hija y yo tenemos caracteres incompatibles. Nos
queremos mucho pero vivir en la misma casa sería distinto. Ella no quiere… y yo
tampoco. Para no disgustar a la niña me hago un poco la tonta y hablo del tema
con cierto desdén… Ay, mi Caperucita … ̶ dijo
con picardía cambiando expresamente de tema ̶ la
verdad es que mi nieta se merece el título del cuento, ¿no crees? .Y se ha hecho
famosa en el mundo entero, desde hace ya muchísimos años. Y de paso, también
nosotros. Y el lobo –concluyó con su característico buen humor.
FIN
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